El año pasado, el día de la fiesta, lo derribó un rayo que también estropeó el pendón y todo lo que había a su alrededor.
El fotógrafo y restaurador Miguel Ángel Abella, vecino del pueblo, se hizo cargo del crucero y por su cuenta lo ha restaurado con todo mimo durante este tiempo. Ha realizado un trabajo excepcional y muy laborioso procurado dejarlo tal y como estaba dándole a la piedra el mismo tono que tenía y hoy cualquiera que lo mire verá que lo ha conseguido.
Me contó una vecina que ayer por la tarde, Miguel Ángel y otras personas del pueblo, colocaron unos andamios y dejaron el crucero como si no hubiera pasado el rayo por él.
Estoy segura de que mucha gente os está muy agradecida por vuestro desinteresado y generoso trabajo.
Desde la torre, contemplando todo lo que pasa por aquí abajo, están las cigüeñas que este año han llegado con mucha antelación. A finales de diciembre ya habían ocupado varios nidos en las chimeneas de la azucarera y éste que tienen en lo alto de la iglesia de San Juan Evangelista.
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